Plutón era un grano en el culo de los astrónomos.
La emoción de su descubrimiento en 1930 fue dando paso a una progresiva decepción generalizada durante las siguientes décadas. Los atrónomos se fueron dando cuenta de que Plutón era un bicho muy distinto al resto de planetas conocidos hasta el momento. Su órbita se encuentra inclinada respecto a las de los otros, y además posee una excentricidad mucha mayor que el resto (tanto, que en algunos puntos Plutón está incluso más cerca del Sol que Neptuno).
Pero fue el descubrimiento de cuerpos en órbita solar más lejanos que Plutón y de mayor tamaño (como
Xena, la princesa guerrera) lo que terminó de inclinar la balanza. No se podía segir considerando planeta a Plutón y no a estos cuerpos. Los astrónomos se enfrentaban a dos opciones: abrir la puerta del selecto club planetario para dar la bienvenida a un número indefinido y creciente de nuevos miembros (con la aburrida posibilidad de tener que estar modificando esta lista cada pocos meses durante años), o abrir esta puerta para dar la patada en el culo a un polizón que llevaba 76 años navegando sin billete.
Esta segunda opción tenía todas las papeletas.
Hasta aquí todo parece correcto, es de sabios rectificar y ¿quién hay más sabio que un congreso internacional de astrónomos? Ahora bien, el procedimiento utilizado para dar puerta a nuestro odiado Plutón resulta, a mi inexperto modo de ver, bastante cuestionable.
Leo en la
prensa que antes de navidades Xfera estará ofreciendo servicios de UMTS.
Corría el año 2000 cuando, tras el increíble éxito de la tecnología GSM (aquella que todavía utilizan los móviles corrientes de hoy en día) y su impresionante avance tecnológico respecto a las tecnologías analógicas anteriores (¿alguien se acuerda de Moviline?) el gobierno español decidió, como muchos otros, adjudicar por concurso las 4 licencias que tenía previstas para operar con el estándar UMTS (eso que hoy nos venden con el nombre comercial de 3G). 4 licencias para 5 pretendientes: Telefónica, Airtel, Amena, Uni2 y Xfera. Nadie dudaba de que los 3 primeros, que ya contaban con una licencia para operar en GSM, tenían asegurado el éxito. Bueno, parece razonable que las operadoras que ya prestaban servicio en aquel momento fueran las más apropiadas para hacerlo en un futuro con la tecnología de tercera generación. La batalla tendría lugar entre Uni2 y Xfera. Sin ánimo de hacer un estudio muy riguroso de la situación de ambas compañias en aquel momento diré que, mientras Uni2 era una empresa operativa que ya prestaba servicio de telefonía fija en España, Xfera era (y parece como si a día de hoy aún siguiera siendo) poco más que un grupo de inversores con fuertes influencias en el gobierno de entonces.
El desenlace del concurso es historia, el gobierno modificó las condiciones del mismo ajustándolas cual sastre a la situación de Xfera, que ganó su tan deseada licencia (desembolsando, eso sí, una millonada).
Por desgracia, este caso no tiene nada de especial. La modificación de las reglas de un concurso o una oferta de trabajo para que el Pepito de turno encaje a la perfección en el puesto es una práctica más que común en nuestra sociedad. El caso de Uni2 no tendría mayor relevancia si no fuera porque a día de hoy, 6 años después de la adjudicación de estas licencias, Xfera no ha sido capaz de ofrecer ningún tipo de servicio. Ha sido necesario que la sueco-finlandesa
TeliaSonera se hiciese con el control de la compañía para que se pongan las pilas. En esta ocasión, los intereses partidistas de un gobierno han ido en contra de los de sus ciudadanos.
A mi modo de ver, la imagen que han dado los astrónomos en Praga tiene mucho que ver con la que dió el gobierno español entonces, y a la que dan continuamente administraciones, empresas y organismos públicos y privados de toda índole (¿os suenan los derechos de emisión del fútbol y la Sexta?): han amañado el concurso. Querían dejar a Plutón fuera de juego y han creado una
nueva definición de planeta que se ajustase a todos menos a él. Plutón merecía un juicio justo y se le ha echado de una forma bastante dudosa.
Y no es que yo piense que se merezca la medalla de planeta, Plutón no es más que una piedra grande dando vueltas al sol.
Una de tantas.